Si bien han habido, a pesar de todo, ciertas excepciones de parte de esta gente, como es el caso de Monseñor Romero de El Salvador, sólo basta con ver en qué terminan: en 1980 después de oponerse por años a la represión que sufría su pueblo y tras su memorable discurso al ejército salvadoreño, lo mataron a sangre fría, de día, en la capilla de un hospital, mientras daba misa frente a su gente (curiosamente un 24 de marzo). El papanatas de turno, Juan Pablo II, guardó silencio. Y no era la primera vez que lo hacía ni tampoco sería la última. Romero ya le había hecho saber en varias oportunidades la situación desesperante que atravesaba su pueblo a través de comunicados e incluso lo había hecho personalmente en febrero de ese año. El Papa hizo oídos sordos, al igual que en 1982 cuando visitó nuestro país durante la efímera ocupación Argentina de las Islas Malvinas. Llegó, dió su discurso, pero se cuidó especialmente de utilizar palabras como "guerra", "soldados", "islas" o cualquier otra que tuviera que ver con el conflicto que atravesábamos en ese momento con Gran Bretaña. Tampoco dijo nada acerca de la Dictadura que castigaba a la Nación a pesar de que sabía perfectamente la situación que sufríamos los argentinos.
De todas maneras era preferible tener a Juan Pablo II antes que a Benedicto XVI. Este hombre no puede ser considerado un simple papanatas. Este hombre es peligroso. Perteneciente a la Congregación para la Doctrina de la Fe, institución heredera de la Inquisición, ¿que se podía esperar de él? Comenzó en 1986 con su "Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales". De más está decir que hablaba de la homosexualidad como si fuera una enfermedad y utilizaba términos como "objetivamente desordenada" o "intrínsecamente malo" para referirse a ella. Años después, en Julio de 1992, envía a una carta a los obispos de EE.UU. titulada: "Algunas consideraciones concernientes a la Respuesta a propuestas de ley sobre la no discriminación de las personas homosexuales". El contenido de la misma básicamente deja en claro que apoya abiertamente la discriminación de personas homosexuales en ciertos ámbitos sociales (adopción, profesorado o entrenadores deportivos y en el ejército). Siguiendo con esta ideología, en 2003 publica las "Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales" (al menos se digna a llamarlos "personas"). No hace falta aclarar su postura, pero si podemos decir que califica a dichas uniones como "graves depravaciones" y que no deben recibir aprobación "en ningún caso". * Dos años después El Vaticano haría público un documento titulado "Sobre los criterios de discernimiento vocacional de las personas con tendencias homosexuales" que afirma que "no se puede admitir al seminario ni al orden sacerdotal" a quienes "practican la homosexualidad", a quienes "presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas" y a quienes apoyan la cultura gay. Finalmente este año en su viaje por el continente africano se dedicó a predicar en contra del uso del preservativo; considerando que África es el lugar donde más casos de SIDA hay en el mundo, podemos decir que es una actitud cuanto menos, irresponsable.
¿Cuantos muertos tiene en su placard la Iglesia? Es incalculable. Tendríamos que tomar en cuenta tantos hechos nefastos, que nos llevaría una vida averiguar a ciencia cierta tal cifra. ¿Como es que se llenan la boca hablando de votos de castidad, de abstención, de confesar los pecados teniendo entre sus filas a tantos abusadores de menores? Fortunas gastan en abogados defensores para tapar los escándalos con sus curas, y cuando se les pregunta al respecto optan por el silencio. ¿Por que nadie los detiene? Porque es imposible. No sólo por ser y estar siempre al lado de los poderosos. Tienen a su favor algo invaluable: el apoyo de la enorme mayoría de la población mundial. La Iglesia no sería nada de no ser por los miles de millones de "fieles" que los siguen; a la Fe no hay con que darle. Podría dar muchos argumentos para poner en evidencia que lo que dice la Biblia es mentira, pero no hay peor sordo que el que no quiere escuchar o como dijo Yub Le alguna vez "Y jamás podrás igualarme en mi forma de entender y jamás podrás enseñarme lo que no quiera aprender". ¿Por que la Fe es tan poderosa? Porque es la mayor excusa que tiene el hombre para desligarse de sus responsabilidades. No hay mejor manera de evitar hacerse cargo de lo que uno hace que depositar la "culpa" en un ser inexistente.
pienso igual q vos...muy buen texto
ResponderEliminarya te dije